Si hacemos caso a los datos que aparecen en el Diccionario etimológico de J. Corominas, la historia de la palabra sumiller es cuando menos curiosa. Seguramente no resultará muy novedoso si decimos que es una palabra tomada del francés, como tantas otras que tienen que ver con el buen comer y el buen beber. Cuando el español toma esta palabra de la lengua de nuestros vecinos del Norte –y de esto hace ya más de 400 años– la voz francesa sommelier tiene el significado de ‘oficial encargado de varios servicios referentes a los víveres y a la mesa’ aunque, como es fácil de adivinar, parece que luego se especializó en la bebida pues el Diccionario de la Real Academia la define como ‘persona encargada del servicio de licores’.
Más curioso resultará para muchos saber que, antes de tener ese sentido, la palabra tenía en el propio francés un significado menos exquisito pues indicaba simplemente ‘conductor de caballerías’, vocablo que antes había sido sommerier, una voz derivada a su vez de sommier ‘bestia de carga’. Y es que, al fin y al cabo, se trata de un resultado del latín salma ‘carga’, que es el término que, tras muchos vericuetos, da origen a nuestro sumiller.
No acaban ahí las curiosidades pues, como indica Corominas también, la primera vez que se localiza esta palabra en castellano es en el año 1605, justamente en una obra muy ligada a León, la Picara Justina. Seguramente no es el único caso temprano, lo que sí parece cierto es que es justamente a comienzos del XVII cuando este galicismo comienza a utilizarse en castellano con el sentido que hoy le damos.